Es posible que quienes en su día detuvieran a los torturadores desearan acabar con ellos al momento. Sin embargo, fueron capaces de vencer este instinto y de cumplir con la ley. Todos lo sabemos: en un sistema democrático son los jueces los que han de velar por el cumplimiento de las leyes y sólo a ellos les compete el infringir castigos y penas. La venganza no puede equipararse nunca a la justicia, y la diferencia es esencial para la democracia: mientras que la primera es decidida por una sola persona de manera unilateral, la segunda corresponde a toda la sociedad que es el fundamento último de la ley que ha de tener en cuenta el juez a la hora de decidir la sanción correspondiente. La legitimidad de la decisión que tomaron ayer los jueces descansa en el propio pueblo argentino. Y tiene, además, el especial valor de que en este caso ellos mismos han sido capaces de revisar su propia historia, poniendo a cada uno en el lugar que le corresponde.
En teoría política hay una expresión que resume la oposición entre justicia y venganza: el imperio de la ley. Esta expresión quiere decir que las leyes están por encima de los individuos, y que todos, incluidos los representantes de los distintos poderes, están sometidos a estas leyes. Sabemos que el poder cuanta con sus propios mecanismos y resortes para ir esquivando las condiciones que la ley establece. Pero esto no resta ni un ápice de razón a la defensa de la democracia: cada vez que ajusticiamos a un tirano sin juicio previo, o cada vez que ignoramos una ley estamos debilitando nuestro sistema político, alejándonos de la democracia y acercándonos más hacia una autoritarismo totalitario. La democracia se está haciendo todos los días en los gestos más pequeños, no sólo en los grandes titulares.La muerte de Gadafi y Bin Laden fue una venganza. La sentencia argentina es un ejemplo de justicia. La única manera de vencer al terror definitivamente, tanto al ejercido por el estado como por cualquier otro grupo, pasa por la justicia. Por esa justicia que, con todas sus imperfecciones y limitaciones, hacen los hombres a través de las leyes. La venganza nos devuelve a la barbarie. Somos nosotros los que elegimos.
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